El ajedrez tal como se conoce hoy en día es la metamorfosis resultante de juegos similares más antiguos. Uno de dichos juegos llamado Xiangqi Shogi o el Makuk surgió en India con la peculiaridad de tratarse de un juego para 4. Tras la conquista de los árabes sobre los persas en los años 632, el juego sufriría modificaciones que irían formando el ajedrez que hoy en día conocemos, siendo su entrada a Europa más tarde producto de sus últimas modificaciones.
Si bien el ajedrez es un juego de mesa, este es considerado a su vez deporte. Se juega de forma individual entre dos oponentes. Cada uno dispone de 16 piezas que se colocan con cierto orden en un tablero dividido en 64 casillas, las cuales serán negras y blancas en orden alternado.
Cada jugador cuenta con:
8 Peones que se disponen en la segunda fila del tablero. Desde su simbolismo, los peones son las tropas o primera fila en una guerra. Avanzan en línea recta de a una casilla por vez, con la excepción que en su primer movimiento se puede optar por mover una o dos casillas (según conveniencia) y la captura se hace de forma diagonal. Al igual que en toda formación bélica, al tratarse de una primera fila, los peones adquieren fuerza en grupo y no tanto en forma individual, siendo está una representación marcada de lo que significa el trabajo en equipo
2 Alfiles. Los alfiles representan el poder de la mano derecha de Los Reyes, por lo que inicialmente estarán dispuestos al costado del Rey y la Reina, cada uno en un color (blanco y negro). En su representación clásica, las piezas diseñadas por los ingleses representan los Obispos de la iglesia católica. Se definen como piezas de largo alcance, ya que en su característica de movimiento cuentan con la opción de moverse cuántas casillas se quiera, pero respetando siempre su color. Esto convierte a los Alfiles en armas punzantes con sus movimientos diagonales.
2 Caballos. Los caballos o caballeros representan la fuerza y agresividad propia de la caballería, tanto ofensiva como defensivamente. Pueden ser muy útiles a la hora de romper líneas enemigas. Si bien los caballos tienen un alcance medio en el tablero, su peculiar forma de movimiento los hace buenos escudos. La forma correcta de movimiento es tres casillas en línea recta y una a un costado. El movimiento de un caballo siempre terminará en el color opuesto al que se encontraba en inicio. Esta pieza representa la alteridad entre “blanco y negro”, “luz y oscuridad”.
2 Torres. Las torres al inicio de la partida se disponen sobre las esquinas del tablero. Representan la fortaleza del Rey y la Reina, la muralla impenetrable que indica sus tierras, sus dominios. Las torres son piezas de largo alcance con sus movimientos en línea recta formando columnas vertical y horizontalmente.
El Rey y la Reina. Hombre y mujer. Complementación. El rey es el jugador mismo, siendo finalidad de este vencer al rey enemigo. La reina en tanto con su libertad de movimiento se convierte en la mejor arma con que el Rey cuenta. La reina puede mover igual que las Torres y que los Alfiles, de ahí el énfasis del Rey por protegerla.
El ajedrez se trata de un juego de estrategia con el objetivo de derrocar al Rey enemigo de su trono. Esto se logra amenazando de forma directa la casilla en que se encuentra el Rey o a distancia con alguna pieza de largo alcance, sin que el oponente pueda protegerlo interponiendo alguna pieza, escapar a una casilla segura o capturar su amenaza. Si dicha amenaza es transitoria deberá anunciarse con la palabra “Jaque”, obligando a resolver de forma prioritaria la jugada. Si la amenaza es definitiva finalizará siendo “Jaque Mate”.
Rey, en persa, es Shah, y la expresión persa Shah-Mat (que significa “el rey está muerto” o “el rey está atrapado”) deriva en “Jaque Mate”.
A diferencia de otros deportes, siendo el ajedrez de orden individual, este no cuenta con apoyo de otros miembros de un equipo en caso de errores, siendo el jugador responsable tanto de aciertos como errores. Esta característica convierte al juego en un auténtico reflejo de la personalidad.
Al jugar ajedrez estamos desde la Facultad psíquica del pensamiento, convirtiéndose nuestra capacidad estratégica y creatividad los fuertes en los que podemos contar, más el entrenamiento intuitivo que se disponga.
Por lo tanto el ajedrez se convierte en una buena herramienta para el crecimiento intelectual, potenciamiento de la inteligencia y memoria. Pero también contribuye a la formación de carácter derivado de la constante toma de decisiones que la partida exige. Si bien una partida amistosa puede no tener límite de tiempo en su duración, en una partida bien jugada debemos agregar la dimensión tiempo, por lo que la capacidad de concentración debe permanecer focalizada ante la presión externa en pos de conseguir desarrollar nuestra estrategia.
El ajedrez ayuda a relacionarnos mejor con nosotros mismos. La capacidad de asumir tanto éxitos como fracasos hace que las resoluciones ante posibles ataques rivales sean más rápidas. Si se está dispuesto a perder, seguro se perderá. De esta forma se adquiere una actitud crítica ante las acciones tomadas, y por lo tanto autoconsciencia.
Con el ajedrez se aumenta la capacidad de cálculo a la hora de anticipar movimientos que podrían causar daño a nuestras líneas, así como asimilar que una sola jugada puede provocar un giro en la partida.
Podemos hacer todo bien durante un encuentro, pero un error de concentración puede convertirse en verdugo.
El ajedrez en su forma pedagógica puede convertirse en una muy buena herramienta para el desarrollo de funciones cognitivas, en especial, si se utiliza en la formación de experiencias tempranas ante el desarrollo desde la geometría: diagonales, horizontales, paralelo, perpendicular, conceptos que pueden ser mejor visualizados por niños que al aprenderse leyendo. Pero también tiene beneficios desde el análisis posterior al encuentro. Genera la posibilidad de mejorar la capacidad de planificación y adaptación, no solo obteniendo resultados al momento de jugar una partida, sino que los cambios son aprehendidos y aprendidos en todo los ámbitos de nuestra vida.