En una sociedad donde el consumo de sustancias psicoactivas se encuentra entre estigmas y cuestiones legales, desde un orden psicológico, vale analizar en que lugar se presenta el individuo consumidor al consumir y al no hacerlo, ya que este al momento de consumir es perseguido por la máscara social demandante, producto de una dimensión política, que debate leyes, y se encuentra en constante tensión por imposiciones de tabúes que en cierta forma van en contra del crecimiento social.
Así como los problemas psíquicos se somatizan en manifestaciones de orden físico; en la antigüedad, en un estado más primitivo de la consciencia humana, los rituales no solo correspondían a pedir o alabar a los Dioses, sino que oficiaban de medicina. La escasa tecnología era recompenzada con la capacidad de producir los propios medios para lograr vencer un malestar físico a través de la sugestión psíquica y el uso de energía derivado de ella.
El Arquetípo del Chaman es experimentado por todos los seres humanos en algún momento de su vida, siendo la integración del mismo un proceso en la madurez psíquica. Tanto así, que la figura del chaman en la mayoría de las culturas corresponde a una figura adulta, sabia, cargada de experiencias, por más que existen múltiples mitos acerca de sanadores niños en muchos pueblos.
Si bien el Chaman se asocia con cierto grado de aceptación, y es una figura abierta y dispuesta a conectar con la naturaleza; para este fin, el uso de sustancias psicoactivas es uno de los medios que utiliza para lograr conectar con el conocimiento más profundo, ganando muchas veces etiquetas como la del personaje oscuro del pueblo, y en ocasiones, aquel que habla con la misma muerte.
Si bien podemos comprender que la practica del Chamanismo desde su rol sanador ha sido opacada por la gran bendición de la razón, es sumergirse en el misterio a lo desconocido una de las cualidades con la que contamos para encontrarnos a nosotros mismos. Este camino solo es posible si se logra una verdadera conexión con las múltiples aristas que lo conforman, esto quiere decir, reencontrarse con el animal interior, con el conocimiento gnóstico, etc.
El uso de "plantas de poder" sirve para provocar estados de alteración, que pueden tratarse de estados de excitación, tanto como de relajación, dependiendo de los fines que se pretendan, y con una finalidad integrativa, autoconocimiento a través de la experiencia.
La dependencia de sustancias psicoactivas nada tiene que ver con las prácticas ritualistas que se pretenden, dicho rasgo sombrío, Dionisíaco, es la clara muestra de las manifestaciones Arquetipicas tan conocidas en los múltiples mitos de bacanales fuera de control que terminaban con las mas inesperadas tragedias.
Pues bien, siguiendo el foco que se pretende, el uso de sustancias psicoactivas como bien es expresado por artistas iluminados en su estado de plenitud, se asocia a llaves, destellos luminosos, apertura y transmisión energéticas.
Desde la psicología uno de los conceptos que se relaciona a estas experiencias es el de Psicoide, termino desarrollado por la psicología analítica del maestro Carl Jung, quien lo desarrolla de la siguiente forma: Es una idea intuitiva que deviene a partir de la observación empírica del efecto de sincronicidad. Aquello que mueve los hilos del alma tiene una relación directa con los objetos del mundo exterior, y tiene pura validez desde su expresión simbólica. Si bien tales postulados lidian con las acusaciones de tratarse de pura metafísica, hay que considerar que tales explicaciones de la naturaleza han sufrido un desprestigio tal que desde lo psicológico simplemente se ha ganado alejarse del valor psicológico que en sí conlleva. Vale recordar que en las primeras décadas del S XIX, las explicaciones metafísicas de la naturaleza se basaron en explicar la enfermedad mental como consecuencia de culpas morales.
Al decir de Jung, "es muy improbable que una causa psicológica produzca una enfermedad mental si no es apoyada por alguna predisposición marcada. Sin embargo se puede afirmar que la predisposición psicológica lleva al conflicto y de esta manera, deviene en un circulo vicioso.
Vale destacar, que desde el enfoque mas materialista de las ciencias que estudian la psique, se creyó que las delusiones, alucinaciones, estereotipias, etc, eran causadas por una enfermedad de las células cerebrales. Si bien hoy sabemos que dichos procesos forman parte de trastornos funcionales, también contamos con la certeza que se encuentran en personas normales.
Los pueblos primitivos pueden escuchar voces, y tener visiones sin que esto perturbe sus procesos mentales.