El animal desde lo simbólico va más allá de los límites de una existencia instintiva, por lo menos si confiamos en el conocimiento profundo y mítico que nuestros ante pasados ya conocían, con sus formas representativas de poder y su estrecha vinculación con la naturaleza.
El hombre en su convivencia social adopta múltiples máscaras que usa en su conveniencia, de forma estratégica, y al igual que los animales en general, buscando supervivencia. Pero con la salvedad que el animal cuenta con estructuras unívocas, estables. Tanto así como el simbolismo derivado de esta acción animal.
Muchos son los pueblos que adoptaron el Tótem Animal como acercamiento al conocimiento de la naturaleza (posicionamiento del animal en el espacio, o en el campo simbólico, la situación y actitud en que aparece...)
Como determinación más generalizada, los animales, en su grado de complejidad y evolución biológica, desde el insecto, y el reptil al mamífero, expresan la jerarquía de los instintos. En relieves asirios o persas, la victoria de un animal superior sobre otro inferior corresponde siempre a un simbolismo análogo. Del día sobre la noche y, por analogía, la de la luz sobre las sombras y la del bien sobre el mal.
La clasificación simbólica de los animales corresponde con frecuencia a la de los cuatro elementos; seres como el pez se hallan en relación con las «aguas primordiales» y pueden ser, por lo tanto, símbolos del origen y de las fuerzas de resurrección. Algunos animales, como los dragones y las serpientes, tan pronto se adscriben al agua como a la tierra o incluso al fuego, pero la atribución más general y correcta establece que los seres acuáticos y anfibios corresponden al agua; los reptiles, a la tierra; las aves, al aire, y los mamíferos, por su sangre caliente, al fuego. En alquimia, la contraposición de dos animales de la misma especie, pero de distinto sexo, como león y leona por ejemplo, significa la contraposición esencial de azufre y mercurio, de fijo y volátil. Un animal alado y otro sin alas exponen idéntica situación.
Según Jung, «el animal representa la psique no humana, lo infrahumano instintivo, así como el lado psíquico inconsciente». La primitividad del animal indica la profundidad del estrato. La multiplicidad, como en todos los casos, empeora y primitiviza aún más el símbolo.
El gran trabajo desde lo arquetipico yace en ver las características del animal con el que hay una identificación, y analizarlo en función de la personalidad (fortalezas y debilidades).
La identificación con animales significa una integración del inconsciente Y, a veces, como la inmersión en las aguas primordiales, un baño de renovación en las fuentes de la vida. Es evidente que, para el hombre anterior al cristianismo y las religiones no morales, el animal representa más bien una magnificación que una oposición.
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